Parque Natural de Ponga

Parque Natural de Ponga

El Parque Natural de Ponga, que ocupa la totalidad de ese concejo, se sitúa en la montaña centro-oriental de Asturias, entre el Parque Nacional de los Picos de Europa y el Parque Natural de Redes.

El Parque se caracteriza por un fuerte relieve en el que destacan cordales rocosos y encajonados desfiladeros, pudiendo organizarse para su descripción en tres unidades paisajísticas principales. El borde meridional forma parte del dominio de la cordillera cantábrica, destacando entre todos el pico Peña Ten de más de 2100 m de altura.

Sedo del Toyu – Wikimedia Commons

Los dos tercios occidentales del Parque se organizan en torno al valle del río Ponga, delimitado en su borde Oeste por el Cordal de Ponga que hace de límite con el territorio vecino del Parque Natural de Redes. Se trata de una crestería de considerable altura, hasta 1950 m, en el Tiatordos, y naturaleza principalmente calcárea. En el valle, sin embargo, aparecen sustratos de pizarras y areniscas, más fácilmente erosionables y sobre los que se ha desarrollado lo principal del poblamiento, organizado en torno a las cabeceras de San Juan de Beleño y Sellaño.

El tercio oriental del Parque se organiza en torno al valle del Sella. Allí, los duros roquedos calcáreos son cortados limpiamente por el cauce del Sella, dando lugar al desfiladero de Los Beyos, de incomparable belleza y al que se asoman colgadas pequeñas aldeas como El Beyu, San Ignacio, Viboli o Casielles. Entre ambos valles, se sitúa el Cordal de L’Arcenoriu, que arranca de la Peña Ten también con dirección sur a norte. El cordal puede ser salvado a través de la carretera que por Viego une ambos valles, recorriendo el impresionante desfiladero de Santagustia.

Flora y vegetación

El accidentado y abrupto relieve del Parque hace que la superficie dedicada a prados o tierras de labor sea muy escasa, concentrándose ésta en las laderas de menor pendiente y vegas fluviales, principalmente en el entorno de San Juan de Beleño y Sellañu, donde el paisaje se dulcifica.

Fuera de esas áreas, la cubierta vegetal predominante son bosques naturales que llegan a cubrir casi el 70% del territorio, alternando con farallones rocosos apenas recubiertos de matorral. La alta humedad atmosférica presente en la mayor parte de los montes de Ponga hace que los bosques más abundantes sean sin duda los hayedos.

El hayedo de mayor importancia e interés es el bosque de Peloño. Se trata de un monte explotado desde antiguo, como atestiguan las referencias recogidas en la obra Asturias de Bellmunt y Canella en el año 1900. Sin embargo, la explotación se sistematizó a través del Plan de Ordenación Forestal de 1956, que con algunas revisiones sigue siendo el marco planificador de los aprovechamientos madereros. Otro hayedo de gran interés ambiental es el del Monte La Salguerosa, al este de la braña de Ventaniella.

En cotas más bajas, buena parte de la superficie arbolada del Parque está constituida por robledales de diferente tipo. Al sur, en el entorno de Sellaño, abundan carbayedas y bosques mixtos con arce y fresno. Más arriba, el estrangulamiento provocado por el desfiladero de Ponga frena los frentes oceánicos y provoca la sustitución del carbayo por el roble albar. Las plantaciones de castaño no ocupan grandes superficies. Sin embargo, su proximidad a pueblos y vías de comunicación las dota de una fuerte impronta en el paisaje. Así ocurre en el entorno de las localidades de Beleño, Abiegos y Taranes.

Por último, en los fuertes cordales montañosos que rodean el Parque, la cubierta vegetal dominante es la característica del piso subalpino, área en la que el bosque no puede ya desarrollarse de forma natural. En las calizas, crestones y pedreros aparecen cubiertos de matorrales de enebro rastrero, gayuba y torvisco macho.

Sin embargo, en los sustratos silíceos, junto al enebro, aparecen el arándano y la brecina, siendo también frecuente la presencia de genciana. De especial belleza paisajística resultan sin duda áreas de pastizales de montaña como las de L’Arcenoriu y Ventaniella, donde todavía sube a pastar en el verano el ganado pongueto.

Fauna

El Parque Natural de Ponga constituye uno de los espacios con mayor valor para la fauna de de toda la Cordillera Cantábrica. La población oriental de oso pardo cantábrico sitúa en los bosques de Peloño su límite occidental de distribución y el área supone además el único enclave de esta población en Asturias.

La nutria y el desmán se distribuyen por la mayoría de los ríos del Parque, constituyendo un reflejo del buen estado de conservación de los ecosistemas fluviales. En los piornales y praderías de las zonas altas, puertos de Ventaniella o L’Arcenoriu, es abundante la presencia de liebre de piornal, endemismo de la Cordillera Cantábrica que se distribuye por encima de los 1000 m de altitud. Además en áreas muy localizadas de zonas más bajas puede encontrarse la liebre europea, que encuentra en Ponga uno de sus últimos refugios.

Entre las especies de fauna cinegética más significativas debe citarse el abundante jabalí, el corzo, una importante población de rebeco usuaria de las más altas cumbres y una pequeña población de venado migrada desde áreas cercanas repobladas.

Las características ambientales del área, presencia de amplias masas boscosas y un fuerte relieve de montaña, condicionan la avifauna de la zona, especialmente rica en aves forestales y rapaces. Entre las forestales destacan el picamaderos negro y el pico mediano. El picamaderos negro y el pico mediano son dos especies de pájaros carpinteros que dependen de grandes superficies forestales maduras para su supervivencia. En el Parque abunda el picamaderos negro, sobre todo en los hayedos. El pico mediano es una especie mucho más escasa que la anterior, por aparecer asociada en la mayoría de los casos a masas forestales donde abunda el roble.

Pedro Jordano – Csic.es

El territorio del Parque alberga además numerosas rapaces entre las que se encuentran el águila real, buitre leonado, alimoche común y azor. En las zonas más elevadas del concejo se pueden observar especies ligadas a hábitats de alta montaña como el gorrión alpino o la perdiz pardilla.

Otros valores

Entre los principales valores culturales del Parque Natural de Ponga destaca sin duda la arquitectura popular que adorna la mayor parte de sus aldeas. La casa tradicional se caracteriza por una planta rectangular con cubierta de teja organizada en dos, tres o cuatro aguas y muros de mampostería de piedra caliza. Es frecuente que se trate de casas de portal, con la fachada principal adornada de un corredor con balaustrada de madera. En San Juan de Beleño, pueden admirarse además varios ejemplos de la arquitectura indiana, construcciones erigidas por los emigrantes regresados de América en las que destacan amplios ventanales, galerías, vidrieras y trabajos de forja.

Uno de los elementos etnográficos de mayor interés es sin duda el denominado hórreo beyuscu, una tipología de hórreo diferente a la del resto de la región y caracterizada por la organización a dos aguas, o incluso tres, de la cubierta. Se trata sin duda de una solución adaptada al menor tamaño que adquieren esas construcciones en un entorno agrícola de escasa productividad. Aparecen principalmente en el área de Viego y en las aldeas que jalonan el desfiladero de Los Beyos. De esa misma área, a orillas del Sella, procede el afamado queso de Los Beyos. Se trata de un queso joven, semiduro, apelmazado y ligeramente ahumado que se elabora con leche de vaca, cabra u oveja, aunque nunca se hagan quesos con mezcla de las tres leches. Habitualmente toma forma cilíndrica en piezas que rondan el medio kilogramo. Cuando se elabora con leche de vaca, lo más habitual, tiene un color cremoso, resultando más blanco cuando se trata de leche de oveja o cabra. La mejor oportunidad para conocerlo es sin duda el festival que se celebra en San Juan el primer domingo de diciembre.

Otro evento festivo de interés que se celebra en San Juan de Beleño es, el día de año nuevo, la fiesta del aguinaldo, tradición relacionada con los ritos del paso de la juventud a la madurez. La noche de fin de año, los mozos sortean a las jóvenes del pueblo y eligen de entre ellos al que hará de bufón, el guirria. Al día siguiente, la fiesta se inicia con la entrada de los mozos a caballo, acompañados del guirria que oculta su rostro bajo una tosca máscara barbada y viste estrafalariamente de color rojo y azul. Mientras los mozos piden el aguinaldo por las casas del pueblo, el guirria da saltos acrobáticos, ayudado de una vara de madera y se dedica a tiznar a los hombres con ceniza y a pellizcar a las mujeres.

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